Me he comprado las zapatillas de Michael Jackson.

Vale, está bien, eso no es del todo cierto, que yo sepa no pertenecieron a Michael Jackson en persona (aunque nunca se sabe, y por su aspecto, tienen pinta de haber dado la vuelta al rancho Neverland mil millones de veces), sino que son unas zapatillas que se diseñaron específicamente para llevar la firma de Michael Jackson y que éste las promocionara.

Todo eso ocurría allá por 1991/1992 más o menos, cuando Michael Jackson estaba conmocionando al mundo con la première de su nuevo video ‘Black or White’ (os acordáis del revuelo que montaron en Antena 3 aquella noche con la puta première del video, en el que salía Macaulay Culkin mandando a su padre a la estratosfera con un power-chord de su guitarra, enchufada a un ampli de semejante tamaño que ni siquiera Kerry King se atrevería a tocar?), su último gran disco, ‘Dangerous’, estaba a punto de ser editado, su fortuna era legendaria, estaba en todas las televisiones y revistas y la gente contenía la respiración ansiosa por comprobar si había valido la pena esperar cinco años para tener en sus manos la continuación de un disco tan exitoso como fue ‘Bad’ de 1987.

Pues bien, tal era la popularidad de Michael Jackson por aquel entonces, que la marca L.A. Gear decidió lanzar una línea de deportivas con su firma, y se diseñaron unos cuantos modelos variados para aprovechar la imagen de Jacko, el cual compareció en varias ruedas de prensa y presentaciones con su habitual risita de conejo y sonrisilla de rumiante.

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L.A. Gear es una marca norteamericana que tuvo su gran momento de gloria a mediados/finales de los 80, cuando todo cristo y su madre llevaba sus zapatillas, características por tener dos juegos de cordones, unos de colores y otros normales, hasta tal punto que para ser alguien en el High School Institute de Berkley, California, USA, había que tener una L.A Gear en los pies o se corría el riesgo de acabar con la cabeza dentro de la taza del wc por ser un nerd de mierda y un cutre. Mención especial para el fabuloso modelo ‘Brats’, de bota y con superlengüeta enorme, echad un ojo al video de ‘friday I’m in love’ de The Cure, y veréis que Robert Smith era un gran fan de estas zapatillacas.

No se exactamente cuántas zapatillas de Michael Jackson se hicieron, pero había blancas, negras, bajas y de bota, todas ellas con el logotipo de las piernecinas de Michael en la lengüenta, en la suela y en el talón, e incluso hubo un modelo pequeñín para niños con el que podéis tener seguro que calzaré a mi hijo si es que algún día existe tal hijo.

De todas ellas, definitivamente el modelo más molón era el que me he comprado. Mientras los demás modelos eran zapatillas más o menos normales con el logo de Michael, éstas son realmente especiales.

Yo siempre he sido un gran fan de Michael Jackson y no me avergüenza en absoluto reconocerlo. De hecho, estoy orgulloso de lo que fui! A los 10 u 11 años tuve una fiebre Jacksoniana impresionante, me sabía todas las canciones de memoria, tenía una colección de cassettes originales apasionante para un crío de mierda, me fascinaban sus videos y las tontadicas que hacía con el sombrero. Incluso me parecía más o menos aceptable el look de mocasín negro combinado con calcetín blanco y pantalones de regar porque hey, ya sabes, es la única forma de apreciar bien el Moonwalk a distancia.

Todos hemos tenido, supongo, alguna época en la que hemos intentado emular a nuestros ídolos, y aunque me cueste reconocerlo, hubo una época en la que realmente quería ser Michael Jackson. Sí amigos, quién quiere ser Michael Jackson? Pues yo. Supongo que cualquier cosa vale antes de ser yo mismo. Pero en mi defensa debo decir que querer ser Michael Jackson en 1991 no conllevaba tantas connotaciones como querer ser Michael Jackson en 2007 y estaba mucho mejor visto.

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Así que me compré un sombrerito, me puse un guante de mi abuela que había por casa, me puse venditas en los dedos (nunca supe exactamente por qué se ponía las venditas, a lo mejor se quemaba siempre al coger el tazón de sopa?), y comencé a deambular por casa diciendo ‘woo!’, ‘aww!’, ‘heehee’, dando patadas al aire, vueltas en seco y caminando hacia atrás, a ritmo de ‘smooth criminal’, ‘beat it’ y ‘leave me alone’. Cuando mis padres ya estaban buscando en las páginas amarillas una buena terapia intensiva para después de clase, descubrí a Queen y a Iron Maiden y cambié el guantecito por greñas, anillos, pantalones rotos y pendientes falsos. Pero esa es otra historia.

En mi fase Michael Jackson, nunca me sentí con la valentía de emular los mocasines negros con calcetín blanco que os comentaba antes, pero eso era porque no conocía la alternativa: las zapatillas L.A. Gear de Michael Jackson! No se si llegaron a España, se que llegaron a Europa pero de lo que estoy seguro es de que yo desconocía totalmente su existencia hasta el año pasado. De haberlas conocido en su día, habría sido una compra obligada para mi pobre madre, a la cual le acabó gustando el bueno de Michael de tanto escuchar ‘wanna be startin’ something’ quince veces cada tarde.

Y por fin, en el año 2007, cuando mi fiebre michaeljacksoniana está más que enterrada, cuando la popularidad del propio Michael está en su momento más bajo, así como su fortuna, cuando su otrora majestuoso rancho Neverland está vendido, y sus discos no crean ningún tipo de expectación ni premières en antena 3 ni nada similar, he conseguido aquellas zapatillas que a bombo y platillo se lanzaron en 1991.

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Y cómo no, ha sido gracias a eBay. Hasta ahora nunca había comprado ningún tipo de ropa usada online, y mucho menos calzado, porque ya sabéis que siempre existe el miedo de que unas zapatillas apesten a queso, o a mierda, o a cosas indeterminadas, o que tengan restos pisados en la suela, o que te pongas a pensar en su anterior dueño y te entre aprensión y asquete, pero hey, cuando vi las zapatillas en todo su esplendor a un precio de salida de un miserable euro, no me pude resistir. La subasta terminó, nadie más pujó por ellas, y me convertí en el flamante ganador de unas zapatillas usadas hechas un cisco por unos 7€ con gastos de envío incluidos. No está mal para semejante pieza vintage, verdad?

Por fin, tras una dura espera de una semana y media, llegaron a mi casa una húmeda mañana de sábado a eso de las 10. Y digo yo, teniendo toda la puta semana para traerme paquetes y alegrarme el día de curro, ¿por qué tienen que venir precisamente a semejante hora temprana del sábado en la que estoy durmiendo la resaca de la noche anterior, ya que no tengo intención de levantarme hasta las cuatro de la tarde por lo menos? Añádele a eso que en mi casa, cuando no está el portero, tienes que bajar al portal a abrir personalmente, que me quedé encerrado en el rellano y que tuve que dar una vuelta a la manzana por la calle, en pijama, para entrar por el garaje, y tienes el comienzo de fin de semana más bochornoso y avergonzante que has tenido jamás.

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No se si habréis tenido la emoción de estar abriendo una caja que contiene unas zapatillas usadas que tienen más de 15 años de antigüedad, pero el sentimiento es ciertamente indescriptible porque no sabes qué mierda te puedes encontrar. La vendedora era de Austria y se llamaba Sabine, o Nadine, o Patricia, o algún nombre así simpático, así que me consolé pensando que las chicas con nombre simpático suelen ser limpias y tienen una buena higiene corporal, y que intentan no pisar porquerías. Lo cual es un consuelo bastante absurdo.

En el anuncio ponía que estaban muy usadas, que aún se podían llevar pero que tal vez tendrían una mejor función como objeto de colección, por lo de Michael Jackson y todo eso. ‘Y una mierda’ pensé yo. ‘Las voy a llevar hasta que se caigan a cachos’. Y realmente el anuncio tenía razón, están MUY usadas. Y un poco hechas polvo y arrugadas. Lo cual tiene de bueno que al ponértelas, es como si te pusieras tus zapatillas de siempre porque están ya domesticadas por otra persona. Afortunadamente, se nota que Nadine o Sabrina las limpió bien antes de enviarlas, y o bien tenía realmente una higiene de pies envidiable, o las tuvo en la terraza durante un mes, o les hizo algún tipo de extraño tratamiento ya que no tienen más que un ligero olorcillo que ciertamente no es a pies ni a nada realmente desagradable. Es sólo un olorcín que no te resulta familiar porque ninguna de tus zapatillas huele así, lógicamente, pero con el que puedes vivir perfectamente.

Superado el problema del aroma, e inspeccionando un poco la pinta de las zapatillas, la verdad es que molan bastante. Son negras, de bota como todas las zapatillas deberían ser (algún día hablaremos del declive del calzado deportivo en la última década, ya que es un tema que da para mucho), con tachuelitas incrustadas por todas partes y unas cuantas trabillas super jevis en la zona de los cordones y a los lados. La verdad es que, si no te fijas en la lengüeta y en el talón, ya que ahí está el logotipo de Michael Jackson, parecen unas botas super hardrockeras. A pesar de que mi colega Carlos mantenga que parecen botas de negra gorda con gorra morada de éstas que gesticulan mucho y dicen ‘perdona cariño, pero vas a tener que mover tu jodido culo blanco’, y que cuando salen en las series americanas todo el mundo se ríe. Una opinión que aún no se qué base y fundamento tiene. Él sabrá.

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Al estar tan gastadas, son comodísimas y tienen unos cordones de algo así como quince metros cada uno, con los que realmente no se qué hacer, porque creo que podría atármelos alrededor de toda la pierna hasta la ingle y aún me sobraría cordón.
La lengüeta es enorme y queda chachi con pantalones elásticos de jevitrón trasnochao (como yo).
Lo peor de todo es la suela, está tan gastada que parece como si caminaras con unas zapatillas hechas de papel albal. Creo que, si pisara un chicle, podría averiguar hasta el sabor, de lo sensible que tienes la planta del pie con estas suelas. Además, están desgastadísimas sobre todo por los laterales, lo que me hace preguntarme cómo coño caminaba la buena de Nadine. Carlos insiste en que esta erosión especial en los laterales inferiores confirma aún más su teoría de la negra gorda, pero yo sigo sin entenderla.

Las zapatillas por fin tuvieron su prueba de fuego cuando me las puse para ir a ver a Billy Sheehan el otro día, y a pesar de clavarme todas las piedrecitas del camino durante toda la noche, la superaron con creces. Nada más llegar al concierto, pisé una chincheta que posiblemente Latoya Jackson había dejado en el suelo para joderme, lo cual me hizo temer que, dado el escaso grosor de la suela, se me filtraran en los calcetines todos los líquidos repugnantes que habitualmente solemos pisar cuando salimos de juerga. Afortunadamente incluso esta difícil prueba la superaron sin problemas.

Así que si me veis por las calles de Zaragoza con las zapatillas de Michael Jackson, no dudéis en felicitarme por mi fabulosa compra inútil. Hey, incluso me entran ganas de conseguir un guante plateado, pantalones de regar y un sombrerito, e ir a tocar los cojones a los vecinos por la calle como en este fantástico anuncio promocional de aquí abajo! De cualquier modo, aunque joda una farola, siempre habrá una cría a la que le parezca guay y nos sonriamos con complicidad! De todas formas, sostengo y sostendré hasta mi muerte que todas las historias sobre niños de Michael Jackson son absolutamente falsas y no son más que un lamentable boicot.