El Secreto de los Fantasmas, o Ghost Chase, como se le conoce en Estados Unidos, o Hollywood Monster, como se le conoce en Alemania, o Quita Esta Mierda, como se le conoce en algunas casas, es una película de 1987 que todo el mundo ha visto al menos una vez en su vida. O, al menos, es una película que todo el mundo debería haber visto al menos una vez en su vida. ¿Alguna vez habéis tratado de imaginar lo que resultaría tras mezclar lo mejor de Los Goonies, lo mejor de La Historia Interminable, lo mejor de la filmografía completa de Woody Allen y lo mejor de lo mejor de lo mejor que habría dirigido Charlie Chaplin si hubiera vivido tanto como para ser capaz de dirigir lo mejor? Bueno, yo sí que me lo he preguntado más de una vez, pero lamentablemente carezco de la respuesta, porque ciertamente El Secreto de los Fantasmas no lo es, pero al fin y al cabo es una película bastante guay para ver durante una de esas noches navideñas en las que tienes insomnio y fiesta al día siguiente.



Los más ancianos del lugar reconoceréis esa carátula nada más verla. No en vano, solía ser un clásico de los ya desaparecidos vídeo-clubs, casi siempre presente en todos ellos sin excepción, o al menos en todos los que yo frecuentaba en mi ciudad natal. No recuerdo haberla visto en el cine, aunque sé de buena tinta que se estrenó en las grandes pantallas españolas, pero sí que la alquilé en uno de esos mencionados vídeo-clubs, por lo menos una vez. Y como mucho, dos.

De hecho, El Secreto de los Fantasmas fue una de las películas que, unos cuantos años después, me instaron a coleccionar películas horribles en VHS. Alrededor de 1998 o 1999, la mayoría de los vídeo-clubs clásicos independientes, de nombres tipo «Vídeo Luis» o «Vídeo Club Láser», no pertenecientes a ninguna cadena tipo Blockbuster, estaban en absoluta decadencia. Si mirabas hacia la derecha, podías ver un vídeo-club a punto de cerrar y liquidando todo su stock de películas mugrientas, que nadie realmente quería, a precios lamentablemente bajos. Si, en cambio, mirabas hacia la izquierda, podías ver un vídeo-club que ya había cerrado, no sin antes vender todas sus cintas a alguna tienda de segunda mano con olor a pies. Un día, me encontré a mí mismo dentro de uno de esos vídeo-clubs, con El Secreto de los Fantasmas en la mano, la cual estaba a la venta por 250 pesetas, y vi ante mí un enorme muro lleno de cintas igualmente baratas e igualmente sugerentes. Ese día descubrí que podía tener en casa una especie de vídeo-club pequeñito, con todas las películas de las que siempre había tenido que desprenderme amargamente al finalizar su plazo de alquiler correspondiente, así como muchas otras mierdas de la misma época que nunca pude descubrir en su momento. Ese día quizá nunca debería haber tenido lugar.

La historia de El Secreto de los Fantasmas es simple. Fred y Warren, respectivamente un director y un actor muy amateurs de películas de terror igualmente amateurs y bastante mierderas, viven en una fabulosa mansión llena de carteles de películas clásicas en las paredes, una pequeña sala de cine con butacas e incluso un telón, y trastos, muchos trastos. Mientras veía la película como si fuera por primera vez, porque hacía más de diez años que no la veía y no recordaba absolutamente nada excepto que aparecía un fantasma con cara de rana, me maravillaba ante la labor que tuvo que realizar el equipo de atrezzo y decoración de la película. Porque toda, absolutamente toda la casa, está repleta de cacharros, sin ningún tipo de orden. Zombies a tamaño real, máscaras de gorila, manos amputadas, guillotinas que se utilizan para partir sándwiches en dos, cafeteras que funcionan a base de palmadas en el aire, luces de neón, mierda por aquí, y mierda por allá. ¿Recordáis el aspecto de las calles cuando salís del bar el 1 de enero por la mañana, haciendo eses y habiendo perdido la bufanda? Me imagino que con algo parecido se encontrarían los encargados de recoger los decorados, nada más terminar el rodaje.

Warren y Fred, al borde de la miseria y habiendo perdido a su única actriz, Laurie, por haber tratado Warren de examinarle la campanilla con su lengua, se van a dormir desesperados y sin saber qué hacer para reflotar sus respectivas carreras en el cine. De repente, Warren recibe una carta, la cual le informa de que, ahora que acaba de cumplir 21 años, es legalmente el único heredero de la fortuna de su padre, fallecido algunos años atrás. Desgraciadamente, la herencia consiste únicamente en un maletín, el cual contiene un viejo reloj y una foto en blanco y negro de su abuelo y un extraño enano que parece ser su mayordomo.

Esa noche, a las doce en punto, unos extraños haces azules de luz comienzan a emerger del reloj, y se me acaba de ocurrir un fabuloso trabalenguas: «a veces las voces de las hoces hacen haces azules». Ahora decidlo en voz alta cinco veces seguidas. Ja, yo tampoco he podido. Unos extraños haces azules emergen del reloj, y Fred recibe la visita de Louis, el mayordomo, en forma fantasmal. Esa misma noche, Fred escribe un nuevo guión basado en el mayordomo y en algunos sueños que ha tenido, y construye un autómata a tamaño real del mayordomo, para comenzar a rodar una nueva película con la que conseguirán la gloria en Hollywood. Hay noches en las que ni siquiera he conseguido fregar la totalidad de los tres platos que he utilizado durante la cena, así que el hecho de construir todo un autómata me produce bastante admiración.

La noche siguiente, a la misma hora, Louis vuelve a salir del reloj, para esta vez introducirse dentro del autómata, mediante el cual es capaz de adquirir un aspecto tangible, y relata a Warren y Fred el motivo de su aparición. Al parecer, el abuelo de Warren se emparedó voluntariamente con toda su fortuna, para no tener que compartirla con sus descendientes, y Louis participó en todo el tema, con lo cual no ha podido tener paz espiritual tras su muerte, y quiere ayudar a Warren a que consiga averiguar la ubicación de su abuelo emparedado y, con él, de toda su fortuna, revelándole para ello… EL SECRETO DE LOS FANTASMAS.

Louis, el fantasma, es un ser extraño de gomaespuma y efectivamente el mayor reclamo de esta película, sin el cual ésta no podría haber sobrevivido en el maremágnum de películas protagonizadas por seres extraños de gomaespuma que poblaban las carteleras de aquellos años. Por ello, el director tuvo que moldearlo siguiendo los cánones comerciales de la época, siendo el resultado una especie de fusión entre Yoda el de Star Wars y E.T. el de E.T. El problema radica en que, si no dispones del presupuesto que se invirtió en Star Wars o E.T., tu ser de gomaespuma puede acabar pareciendo una santa mierda que evidentemente es un muñeco. ¿De qué sabia manera solventó el director, Roland Emmerich, este asunto? ¡Haciendo que Louis fuera un espíritu que se introduce dentro de un muñeco, claro está! Por desgracia, en las escenas en las que Louis aparece siendo todavía un espectro, su forma es exactamente igual a la del muñeco, por muy rodeado de nebulosas azules que esté.

La portada me encanta, ya que incluye todos los elementos que requería una carátula en aquel entonces para triunfar. Solo con ver la imagen enorme de Louis presidiendo la escena, yo ya habría entrado en el cine y estaría sentado en una butaca con palomitas en mi mano, aunque la película se llamara «El Mundo de las Heces en el Subsuelo Marino». Si a eso le añadimos una ilustración de los tres protagonistas de la película, que se asemejan a duras penas a los actores, un reloj que no se parece en absoluto al que luego se puede ver durante el film, una mansión con relámpagos, y una armadura blandiendo una espada luminosa, sabes que la cinta que sostienes entre tus manos contiene buena mierda. Por otra parte, esta debe ser la única carátula de la historia del séptimo arte en la que se muestra la escena final de la película y su desenlace, porque ese papelote ardiendo que esos tres pasmaos observan con asombro no es más que uno de los miles de bonos de cincuenta mil dólares que acaban de encontrar en el sótano de la mansión, junto a su abuelo emparedado y convertido en un esqueleto con gafas. Oops, ¿es eso lo que hoy en día llaman spoiler?

Mi propósito de año nuevo era volver a ver esta película sin dormirme, y lo he conseguido. Vuestro propósito también debería ser el mismo. Dejar de fumar puede esperar.